Investigadores del National Institute on Drug Abuse (INDA) de Estados Unidos ultima una vacuna para acabar con la adicción a la nicotina y el consumo de tabaco, según explicó en Oviedo el director de farmacología del centro, Iván Darío Montoya.
El experto, que participó en las XXXVII Jornadas Nacionales de Socidrogalcohol, explicó que se están llevando a cabo dos ensayos clínicos, uno más avanzado que otro, y que se prevé tenerlos acabados en dos años, con lo que si los resultados validan el estudio previo, la vacuna podría estar aprobada en unos tres años aunque aun no hay fecha prevista para su comercialización.
En rueda de prensa, Montoya indicó que la vacuna, diseñada por ingeniería genética a partir de varios componentes, "secuestra la nicotina en el torrente sanguíneo y no le deja llegar al cerebro". De este modo, impide los efectos de adicción de la sustancia en primer término y por tanto permitirá reducir el consumo de tabaco.
Así, el propósito es un uso terapéutico para intentar la extinción de la adicción, siempre con control y prescripción facultativa. Asimismo, también podría utilizarse de forma preventiva para impedir el paso del uso al abuso y de éste a la adicción.
El proceso se desarrolla con la inyección de una dosis que se repite gradualmente hasta alcanzar las seis en un período de un año. En este sentido, Montoya comentó que hasta el momento la vacuna ofrece una protección de un año, y por tanto ante recaídas posteriores sería necesario reiniciar el tratamiento.
En cuanto a la eficacia, el experto indicó que se sitúa en un 40 por ciento, superando a los tratamientos actuales, y afirmó que no tiene casi efectos secundarios y los existentes son leves, al tiempo que reseñó que para su aplicación es necesario que se trata de personas con sistemas inmunes buenos, por lo que no sería efectivo para personas seropositivas o desnutridas.
El NIDA también destina recursos a la investigación de vacunas para otras adicciones como la de la cocaína, en cuyo caso se estima que la eficacia sería de un 20 por ciento. Además, Montoya apuntó que otro de los institutos estadounidenses, el NIDA, está centrado en investigaciones sobre el alcoholismo.
ADICCIONES, ENFERMOS MENTALES Y GUÍAS DE CONSULTA
Junto a Montoya, atendieron a los medios de comunicación el psiquiatra asturiano Julio Bobes y organizador de las jornadas, así como algunos de los participantes en el foro como Maite Cortés, Antonio Teran y Antoni Gual Solé.
Maite Cortés abordó la influencia del consumo excesivo de alcohol por adolescentes y cómo esta sustancia afecta al desarrollo neuronal y la capacidad cerebral; así como el fenómeno del botellón y la falta de tratamiento específico del alcoholismo en menores.
Por su parte, Antoni Gual Solé expone en las jornadas la relación entre tabaco, adicciones y salud mental. Así, señaló los escasos tratamientos frente al tabaquismo que se realizan en los centros de salud mental, cuando es uno de los principalmente factores de mortalidad en enfermos mentales.
Al respecto, Julio Bobes incidió en la necesidad de que la reforma de la Ley Antitabaco sea firme en la prohibición de fumar en lugares públicos, incluidos centros penitenciarios y de salud mental, al tiempo que favorezca los recursos para tratamientos de desintoxicación de los enfermos mentales.