martes, 10 de agosto de 2010

El ritmo cerebral predice la capacidad de dormir pese al ruido



Investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, han descubierto un patrón de onda cerebral que refleja la actividad de una estructura clave y predice la capacidad de una persona para dormir a pesar del ruido. Este descubrimiento, publicado en 'Current Biology', podría dar lugar a nuevas estrategias para evitar las molestias del ruido desde dentro del cerebro y que sustituirían a los tradicionales tapones para los oídos.
Según el investigador Jeffrey Ellenbogen, director de la División de Medicina del Sueño del Hospital General de Massachusetts, el objetivo era investigar "qué hace el cerebro para mantener el sueño, incluso en un contexto ruidoso y por qué algunas personas lo consiguen mejor que otras". "Entender las herramientas y técnicas que el cerebro usa de forma natural podría ayudarnos a aprovechar y expandir estas respuestas para mantener el sueño, a pesar del ruido", asegura.
Al entrar en el cerebro, la mayor parte de la información sensorial --incluyendo los sonidos-- pasan a través de una estructural cerebral profunda denominada tálamo en su camino al cortex, donde se perciben las señales.
La comunicación entre estas estructuras se mantiene durante el sueño y ésto se refleja a través de fluctuaciones en el campo eléctrico del cerebro, produciendo patrones rítmicos que pueden registrarse mediante electroencefalogramas.
Las distintas etapas del sueño se diferencian utilizando patrones típicos de electroencefalograma. En las etapas segunda y tercera, los patrones de onda cerebral lenta se intercalan con patrones rápidos, denominados husos de sueño.
Investigaciones anteriores sugerían que la actividad cerebral que producía husos, que sólo aparecen durante el sueño, también mantenía el paso de la información sensorial a través del Tálamo, una hipótesis que quería comprobar la investigación del Hospital General de Massachusetts.
Para ello, reclutaron a 12 adultos voluntarios sanos. Cada uno de ellos pasó tres noches seguidas en el laboratorio del sueño de este centro. Todas estas noches, los investigadores realizaron electroencefalogramas a los participantes. Los investigadores proporcionaron a estos individuos una primera noche tranquila, pero las dos noches siguientes fueron sometidos a niveles de ruido que fueron aumentando hasta que sus encefalogramas indicaban que no podían seguir durmiendo.
Los resultados revelaron que cada participantes mantenían unas tasas de usos de sueño que se mantenían constantes todas las noches y que aquellos que presentaban mayores tasas en la noche tranquila eran menos propensos a despertar en las noches ruidosas.
A menudo los participantes no eran conscientes de que su sueño se había interrumpido, lo que indica que el ruido ambiental puede tener un impacto en la calidad del sueño mayor del que el individuo cree. "Estamos sorprendidos de la magnitud de este efecto", apunta Ellenbogen.
"Diseñamos este estudio para seguir a los participantes durante tres noches y registrar muchos datos, pero el efecto fue tan importante que pudimos comprobarlo incluso después de una sóla noche con ruido", señala el investigador, que quiere ahora estudiar técnicas conductuales, fármacos o aparatos para aumentar los usos de sueño y ver "si ésto puede ayudar a que la gente siga dormida incluso en un contexto ruidoso y mantener así el saludable sueño natural".

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